jueves, 20 de mayo de 2010

purificacion,

En ese momento empezaron a caer sobre nosotros gotas gruesas y calidas, gotas ke estallaban deliberadamente sobre la piel y se sentian como dedos ligeros. Levantamos la cabeza hacia las nubes negras y el agua nos acariciaba la cara. Y de la calle subia un aroma a tierra mojada tan embriagador como una droga.
El no respiraba, sino que bufaba, como un animal grande y poderoso: un bufalo de agua. La camisa se le pegaba al pecho amplio y de su prominente nariz caia un hilo de gotas.
- La tormenta limpia el aire... - bufaba para si. - Y la lluvia de tormenta limpia las malas memorias.

Comenzo a frotarse suavemente los antebrazos mojados y desnudos, como si se acariciara a si mismo, o quiza estuviera acariciando a las gotas ke habia sobre su piel. Entorno los ojos:
- La ultima vez que me mojo la lluvia del ultimo verano.. Quien sabe? Quiza esto sea todo --dijo lentamente.

Permanecimos unos instantes callados bajo el redoble ensordecedor del agua.


No eran lagrimas, eran gotas de lluvia de tormenta, la mas fuerte, la mas intensa, la que a su paso arrasa con todo, la que diluye penas y purifica glorias, esa que llueve solo una, quiza dos o las veces que tu lo permitas, sobre tu tierra..

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